Siempre me han molestado los “prejuicios” que existen en torno a la novela juvenil. No es ningún secreto, porque lo digo en cada entrevista que me hacen, ¡ja,ja!
Y me molesta porque, en mi opinión, la novela juvenil tiene un nivel de complejidad alto, y no se debe subestimar ni su valía ni su calidad. Subestimar el género juvenil es subestimar también a su público objetivo: los adolescentes. Y os digo, por experiencia, que los adolescentes son grandes lectores y, sobre todo, lectores muy exigentes que rechazan los atisbos de moraleja y los personajes simples o estereotipados con los que no pueden identificarse.
Una buena novela juvenil (¡y la buena noticia es que hay muchas en el panorama literario actual!), no pretende dar respuestas a los adolescentes, sino mostrarles una historia veraz (¡ojo, veraz, que no verídica!) que les facilite encontrar las respuestas por sí mismos, que es lo que realmente les interesa. Tampoco quieren personajes de cartón-piedra. Quieren personajes reales, con sus mismos problemas: chicos y chicas en busca de su identidad, con ganas de encajar, de adaptarse a la mayoría, y al mismo tiempo, con necesidad de ser ellos mismos, de poder expresar sus singularidades.

Y aún hay más. A veces me encuentro con papás y mamás de adolescentes que me dicen cosas como “¡Está en una época imposible!”, “¡No hay quien hable con él (o ella)!”, “¡Si pudiese, me saltaba esta etapa horrorosa!”. Pues bien, a estos papás y mamás yo los animo a compartir con sus hijos una novela. Por suerte, muchas de las novelas juveniles actuales tienen mucho potencial “crossover”, lo que quiere decir que pueden ser perfectamente disfrutadas por lectores adultos. Y en esa época en la que el adolescente se repliega en sí mismo, compartir lecturas, pelis, series (¡lo que se os ocurra!) puede ser un gran canal de comunicación.
Y con este consejo para padres y madres de adolescent@s me despido por hoy, no sin antes aclarar que la preciosísima foto que ilustra este post no es mía, sino de @elrincondemarlau, que amablemente me la ha cedido para ilustrar este artículo.
¡Un abrazo fuerte y hasta el próximo post…!